Comentario
El ámbito cultural hispanoamericano sobrepasó en variedad al étnico, pues las múltiples culturas indígenas existentes conformaron distintos grados de integración con la española y con elementos africanos. La Corona no propició ninguna política de destrucción de las culturas aborígenes, que realizaron esporádicamente por su cuenta algunos religiosos, considerando determinados aspectos de las mismas como prácticas demoníacas (así, los obispos Zumárraga y Landa hicieron autos de fe con los manuscritos aztecas y mayas), pero sí impuso la españolización de las Indias, obligando a los naturales a vivir en poblados, con arreglo "a policía" y dentro de la moral católica. Era un reflejo de la cultura hispanizante que dominaba en las ciudades, donde se imitaba el modo de vida peninsular en vestido, alimentación, misa, tertulia familiar, merienda, siesta, etc., tal como señalamos anteriormente. El tiempo y las circunstancias medioambientales motivaron pequeñas variaciones de índole regional dentro de la común cultura hispanizante. Ni la cultura de Valdivia era la misma que la de Lima o Quito, ni las de estas ciudades eran iguales que la peninsular. Aspectos esenciales de dicha cultura hispanizante fueron el idioma castellano, la enseñanza y la producción literaria, de los que diremos algunas palabras.